domingo, 18 de octubre de 2020

LA ONU

 


está loca, loca, loca

 

La hipocresía es un homenaje que el vicio rinde a la virtud.

François de La Rochefoucauld

 

Karina Mariani    

La Prensa, 18.10.2020

 

Esta semana la inmensa mayoría de los países miembros han dado el voto para que las dos dictaduras más brutales y peligrosamente imperiales que hay sobre la tierra integren el Consejo de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU): Cuba y China. Son también, junto con Corea del Norte, las más antiguas. De hecho, la dictadura china nació unos pocos años después de que llegara a este mundo la ONU y su dorado sueño evangelizador, tal vez el sueño colectivo más grande, más financiado, más añorado y más inutil de todos los tiempos.

 

La Organización de las Naciones Unidas nació en San Francisco (USA) en 1945. Europa humeaba todavía. El mundo, que era por ese entonces una bomba de tiempo de dos bloques, se abocaba a la búsqueda de mecanismos que impidieran el horror de terminar bajo un hongo atómico. Los bloques se enredaron en lo que se llamó Guerra Fría que pasó a dirimir sus estropicios en los baldíos de la centralidad, cosa de bajar la espumita y la ONU se transformó en el gran árbitro. Pero esto fue un espejismo.

 

El ideario del organismo de posguerra podría ser muy bienintencionado pero era, en definitiva, una expresión de ingeniería social ambiciosa, que se vendió como el altruismo más loable y la verdad es que el marketing fue lo que más, sino lo único, que le funcionó. La ONU se levantaba sobre una idea pretenciosa, basada en una cosmogonía occidental de paz, democracia y respeto entre naciones libres. Su gran logro, la Declaración Universal de los Derechos Humanos es solamente aplicable en una democracia liberal, y fue paternalista pensar que todas las naciones llegarían a la implementación de esos valores de arriba hacia abajo. ONU era la supervisión, el manual de estilo y el árbitro de lo que la humanidad debería ser, una idea ramplona de que la historia iba a dejar de discurrir y los hombres se iban a adaptar sin más, a este destino manifiesto. Y como toda ingeniería social fue ingenua e hipócrita.

 

De su matriz nacieron, incontables como las arenas del mar, realmente incalculables organismos internacionales dependientes o inspirados en ONU. Todos bañados con la misma bonhomía. Todos se autoproclamaron el fin último de la sabiduría, imparciales, ecuánimes, transparentes, incorruptibles (con el correr de las décadas se agregaron sustentables, igualitarios e inclusivos) con la procaz idea de la occidentalización universal planificada.

 

Franquicias como conejos

La ONU en pocos años comenzó a parir franquicias como conejos, caras, burocráticas y sostenidas a base de impuestos de quienes no pueden decidir sobre sus acciones o existencia. Los cientos de organismos internacionales en lugar de mediar en conflictos ponen sus ojos en una agenda corrupta y viciada. Los casos de malversación y abusos sexuales están a mano de cualquier buceador de hemerotecas. Para mayor abundamiento, se han volcado a una ideología profundamente anti-mercado, intervencionista y sectaria, en donde la perspectiva de género se cuela hasta en la asistencia por huracanes y que condena la ingesta de carne o el uso de fitosanitarios mientras dice combatir el hambre o las enfermedades. ¡La ONU poco ha hecho por las mujeres tratadas como animales en países que integran sus propios departamentos de derechos humanos! No busca la paz en el mundo sino una transformación dogmática que pretende culpar a Occidente de todos los males, la paradoja es brutal.

 

Justamente su Consejo de Derechos Humanos viene con una decadencia pertinaz, con miembros increíbles como Libia, Mauritania o Rusia. Los únicos países que aceptan su supervisión son los que tienen democracias liberales, los que ya manejaban ese ideario. La proverbial tolerancia se ejerce sólo en los Estados que ya eran tolerantes y en cambio nada pudo hacer ONU sobre el principio de intransigencia de los totalitarismos. El objetivo de occidentalizar fracasó y ahora para colmo le juega en contra. Año tras año vemos como imponen su criterio los más tiránicos que, para colmo, usan a Naciones Unidas como un instrumento contra otras democracias o contra sus grupos de oposición. Si alguna vez fueron inútiles, ahora ya son estorbo.

 

Apología del delito

El otrora presidente de la Internacional Socialista y actual Secretario General de la ONU avaló, en las redes de la organización, el accionar de Antifa; un movimiento que abiertamente hace apología del delito en su extremo desprecio por la propiedad privada, y que ha realizado y (por supuesto) firmado y promocionado, múltiples actos de vandalismo, destrozando comercios y hogares, tumbas, estatuas, iglesias y bibliotecas, atacando, golpeando y amenazando ciudadanos, provocando incendios y que ha sido declarado como terrorista.

 

Hoy la ONU es el instrumento por el cual determinados países y organizaciones hacen daño a las democracias liberales que se encuentran balbuceando a la defensiva. ONU ha condenado democracias en beneficio de dictaduras.¡Metieron al zorro en el gallinero las mismísimas gallinas! Hay que felicitar a la diplomacia de la barbarie por los logros obtenidos, nobleza obliga: aprendieron a jugar el juego de la hipocresía y ganaron.

 

El triunfo de la falsía acaba de lograr para las dos dictaduras más poderosas y que más han hecho para internacionalizar su poder, asientos dentro de los Estados miembros del Consejo de Derechos Humanos de la Organización de Naciones Unidas. Metieron a los zorros a formar parte de los 47 Estados responsables de la promoción y protección de todos los derechos de las gallinas de todo el mundo durante el período 2021-2023, no es broma.

 

El caso China

El caso de China es cínicamente laudatorio. Se trata de la dictadura que suprime el desarrollo de cualquier oposición política con procesos electorales nulos, con persecuciones religiosas, abusos contra las minorías étnicas especialmente hacia los seguidores de Falung Gong, los tibetanos y uigures. Es el régimen más eficiente en materia de censura y vigilancia hacia la sociedad civil, con represiones que incluyen desapariciones forzadas y abusos, llevando a cabo detenciones arbitrarias en masa y tortura en centros de detención. Es un gobierno que acaba de introducir cambios en el Congreso Nacional del Pueblo (NPC) mediante el cual Xi Jinping eliminó el límite de mandatos estableciéndose a sí mismo como secretario general del Comité Permanente del Politburó (PSC), presidente estatal, jefe máximo militar y del Partido Comunista de China (PCCH) y actualmente sólo los cargos políticos menores son elegidos directamente, previo acuerdo con el PCCH, más vale.

 

Para que se entienda bien, en ocasión de la represion de protestas en la región del Tíbet, el Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial del Consejo de DDHH de ONU entibió al Sol con esta declaración:

 

 “... recomendar a China estudiar detenidamente las causas de esos sucesos, en particular la violencia interétnica, y los motivos por los cuales la situación se había agravado; y revisar los incentivos ofrecidos que pudieran dar lugar a una modificación considerable de la composición demográfica de las zonas autónomas de las minorías...”

 

Respecto de las miles de denuncias documentadas, el Comité contra la Tortura de ONU explicó que: “había recibido numerosas denuncias de fuentes dignas de crédito que documentaban en detalle casos de torturas, muertes en situación de privación de libertad, detenciones arbitrarias y desapariciones de tibetanos. También se habían recibido denuncias de actos cometidos específicamente contra uigures y mongoles”.

 

Sin embargo estos informes para ONU fueron como quien oye llover y, para que no decaiga la aporía, la cosa se agrava en 2018 cuando China directamente se convierte en una fuente de exportación de violaciones de derechos humanos. En efecto, logró avanzar con éxito una resolución del Consejo de Derechos Humanos sobre un “enfoque” que llama “cooperación de los estados” y ya no persigue la rendición de cuentas frente a violaciones de derechos graves, sino que sólo se comprometen a un “diálogo” o cooperación intergubernamental, dejando sin ninguna consecuencia a los países que se nieguen a cooperar. Ya está, aquí no ha pasado nada.

 

Les salió mal el plan a los autores de la Carta de San Francisco y hoy, del total de quince agencias de la ONU, cuatro son presididas por China con señores que están o estuvieron (¡que de ahí nunca se van, vamos!) en el Partido Comunista Chino y en 7 de ellas tienen el segundo cargo más alto; o sea que el comunismo chino tiene una injerencia directa en 11 de las 15 agencias especializadas de la ONU. Hay otras presididas por comunistas, como la OMS, pero Tedros no es chino, digamos todo.

 

La hipocresía con Cuba

La hipocresía de Cuba no va a la saga. La dictadura que fuera la usina del terrorismo americano y exportadora de terror a África, también tiene lugar privilegiado para sus posaderas en el Consejo de DDHH. Justamente a raíz de su membresía, el gobierno castrista subrayó el “carácter participativo y democrático del sistema político que impera en la isla y se comprometió a asegurar el pleno respeto a los principios de universalidad, indivisibilidad, objetividad, no politización y no selectividad en el fortalecimiento de la cooperación en materia de derechos humanos”. Sí, sí, claro. Esa Cuba que está bajo la imposición de un único partido, el comunista. Esa Cuba donde hay cientos de presos políticos y que en 2020, sin contar febrero y octubre, ha incurrido en 1,050 detenciones arbitrarias según el Observatorio Cubano de Derechos Humanos y el Instituto Patmos, que denunciaron que sólo hasta marzo de este año, había 247 nuevos ciudadanos a los que el gobierno les había prohibido salir de territorio nacional.

 

Aunque parezca humor negro, Cuba imposibilita la entrada a los expertos del Consejo de Derechos Humanos, del que es miembro, impidiéndoles investigar abusos denunciados en materia de tortura, libertad de reunión, libertad de expresión y detenciones arbitrarias. En Cuba los únicos periodistas autorizados a informar son los del partido comunista y los cubanos no pueden asociarse libremente. El Comité Internacional de la Cruz Roja, que visita a los presos políticos, no ha logrado ingresar a la isla desde 1989. Cuba es también el único país de América que Amnistía Internacional no ha podido visitar desde 1990. Entre otros detalles ocupa el puesto 171 de los 180 países analizados en el Índice Mundial de Libertad de Prensa, Reporteros sin Fronteras (RSF) y el Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ) incluye a Cuba en una lista de los 10 países con mayor nivel de censura del planeta. Sumado a esto la falta de libertad para el uso de Internet es la norma y el gobierno emplea la red para acosar y perseguir a ciudadanos mientras bloquea las noticias independientes en base al Decreto-Ley 370, que se ha utilizado contra periodistas. La SNET, la red comunitaria más grande que existía en la isla fue declarada ilegal por las autoridades.

 

El castrismo es una aberración que lleva 6 décadas violando absolutamente todos los derechos de los ciudadanos y sin embargo desde la refundación del Consejo de Derechos Humanos de ONU ha ocupado ininterrumpidamente puestos correspondientes a América Latina y el Caribe en los que sólo en 66 ocasiones ha votado a favor de las 205 resoluciones relacionadas con violaciones de derechos humanos. A ver si se entiende para qué calienta el comunismo esa sillita: Cuba no ratificó el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, ni el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, ni el Protocolo Facultativo de la Convención contra la Tortura y Otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes, ni ha extendido una invitación al país al Relator Especial de la ONU sobre la Situación de los Defensores de Derechos Humanos.

 

Las 170 naciones que aprobaron el ingreso de China y Cuba al Consejo son cómplices de todas las violaciones que se cometan en esos países. Los países que votaron por Cuba y China para que ocupen escaños en el Consejo de DDHH dan, literalmente, luz verde a las dictaduras para que continúen violando esos derechos pero además permiten que se introduzcan cambios y antecedentes profundamente antidemocráticos y violatorios de los derechos humanos en el organismo internacional que debería evitarlos.

 

La ONU es hoy una institución hipócrita que fracasó en la ingeniería social que le dio fundamento y que defraudó todos los valores que enarbolaba. Este octubre del oscuro año 2020, durante una sesión de la Asamblea General de la ONU, la comunidad internacional terminó de enloquecer o de suicidarse, lo que ocurra primero. Con este poder y esta moral tallan en las políticas de los gobiernos y marcan la agenda mundial. A nadie le conviene la ONU salvo, como resulta evidente, a quienes la usan para lavar sus masacres, a quienes odian a Occidente y a quienes viven de sus infinitos cargos.

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